Tengo un smartphone o teléfono inteligente que en realidad no es un teléfono, es un ordenador o computadora muy sofisticada con un sin número de aplicaciones. Es una herramienta con la potencialidad de ser multi-funcional y una de ellas es la telefonía. Y esto de tener “la potencialidad de ser multi-funcional” también se aplica a nosotros los humanos. Somos multi-funcionales.
Imagino que en la “Biblia de los Smartphones” hay un versículo que dice:
“Y el hombre hizo al Smartphone a su imagen y semejanza”.
Fantasea por un momento que eres un smartphone, desarrolla esa fantasía y ve a dónde te lleva. Puede llegar a alterar la manera en que te experimentas.
Toca el ícono de Facebook y el aparato se convierte en una herramienta de redes sociales; toca el ícono de Gmail y se convierte en un gestor de correo electrónico; toca el ícono de la cámara y en un instante es una potente y sofisticada cámara; toca el ícono del teléfono y es entonces cuando es…un teléfono.
Tú en tu estado pre-consciente, tú antes de que surjan los pensamientos de quién eres, tú antes de ocupar algún rol, tú en un estado de pre-alguien, eres un cúmulo de potencialidades, un artefacto con varias aplicaciones instaladas y pre-cargadas en espera de ser activadas.
Toca el ícono del “Trabajador” y enseguida adquieres el rol de quién eres en tu trabajo, te conviertes en una persona que se relaciona con otros y con el mundo de una manera muy específica, con pensamientos, sentimientos y vivencias propias del rol, en este caso tú en tu trabajo.
Adquieres una identidad de la misma manera que el smartphone tiene una funcionalidad cuando un ícono es activado. Toca el ícono de “Esposa” o el de “Padre” o el de “Vámonos de fiesta” y adquieres el rol. Nosotros, así como el smartphone, no tenemos una identidad única.
El Yo es una ilusión y solo existen muchos Yo efímeros y altamente contingentes en nosotros, entendiendo por contingencia cualquier suceso posible con probabilidades de ocurrir. Tu identidad es una función de la “aplicación” que esté activada, incluso los pensamientos acerca de ti mismo “yo soy esto o lo otro” provienen de la “Juez app”, que en realidad te dice “tú eres esto o lo otro”.
Una persona propensa o predispuesta a la rabia pudiéramos decir que tiene un gran ícono de la aplicación “Rabia” en su “Homepage” o “Página de inicio” y que con frecuencia es activada. Asimismo, alguien que raramente tiene rabia tiene un ícono pequeño de la aplicación “Rabia” oculto en otra página lejos de la página de inicio.
Por cierto, todos los seres humanos venimos con la aplicación “Rabia” ya instalada y lejos de la página de inicio.
Se podría decir que las características identificables de tu personalidad, tu “quién eres” son los íconos de aplicaciones de fácil acceso en tu página de inicio y la terapia gestáltica sería la reorganización de estos íconos.
Puede que no quieras alguno de los grandes íconos de tu página de inicio: “Rabia app”, “Celos app”, “Adicción app”, etc. La terapia gestáltica te ayuda a desinstalar algunas de estas aplicaciones y a reorganizar tus páginas. Este tipo de terapia ve al paciente como una persona que no tiene una única esencia unificadora sino que tiene un sin número de posibilidades de ser.
La terapia gestáltica es entonces la exploración de tus aplicaciones instaladas, de cuáles ocupan tu página de inicio y así descubrir cuáles han sido olvidadas e incluso enviadas a la aplicación “Basurero app” y que yacen alejadas a varias páginas de la página de inicio.
En el paradigma de la terapia gestáltica no se diagnostica ni se le asignan etiquetas al paciente que lo lleven a identificarse con una sola aplicación “Bipolar”, “Depresivo”, etc. Esto equivaldría a tener un smartphone que solo fuera un teléfono o tuviera únicamente instalado Instagram.
Volviendo a la fantasía de ser un smartphone… ¿qué descubriste de ti?