Hay niños a los que no les queda más remedio que escapar, es un asunto de supervivencia. Han resistido maltratos, humillaciones, abusos, abandono, y aunque no saben cómo subsistir solos, creen que la calle será más amable y segura que el techo que encubre sus frustraciones y miedos.
Antes de tomar este inmenso riesgo desesperado, esos pequeños piden ayuda. Cuentan sus penurias a alguien, se muestran afligidos o rebeldes, si van a la escuela no cumplen con sus tareas, o asisten a sus clases visiblemente descuidados. Pudiera ocurrir que algún adulto sensible note estas señales, pero por tratarse de un menor de edad, tenga temor a intervenir, o queriendo hacerlo, se dé cuenta que muy poco está en sus manos. También es posible que alguien sí esté dispuesto a denunciar el maltrato, y amparar o cuidar por un tiempo a este chiquillo en desgracia. Sí, a veces los milagros ocurren, pero no será por siempre.
Cuando el milagro no sucede, ese niño frágil e inexperto, empieza a desarrollar habilidades sin otra guía que su rabia y sentido de conservación. Entonces puede especializarse en prácticas oscuras, extremas, tan desalmadas como las usadas por su “cuidador”. En algunos lugares se les llama “malas mañas”. Necesita hacerse fuerte y emprende el camino de la dureza. Necesita aprender a protegerse y elige la vía de la defensa. Necesita ponerse a salvo y aprende a hacerlo a costa de lo que sea. Escapar es su norte.
Entonces diseña su salida contando con el descuido de quienes parecieran no quererlo mucho, con la rapidez que le ofrece el transporte público más a la mano, con su corta estatura que le permite entrar por la puerta de atrás del bus sin pagar y con la mayor distancia posible. Muchos logran no solo escapar de su barrio, también de su zona y hasta consiguen salir de su ciudad.
La primera noche durmiendo a la intemperie, rodeado de desconocidos en un lugar nuevo, puede ser toda una aventura para un pequeño acostumbrado a sortear golpes, gritos y avaricias de quienes se supone deberían protegerlo. Así que no es problema si no come, si duerme de a ratos, si la lluvia lo sorprende o si la noche lo congela. Esas cosas las sabe sobrellevar. Pero pronto se le acercan los más grandes, los más expertos, los “dueños” de la calle en donde decidió pernoctar y, para hacer vida comunitaria, deberá adaptarse a ellos, ganárselos, mostrarles que puede ser útil, que puede aprender rápido, que puede servir.
Empieza entonces hacer uso de sus precoces habilidades para ser invisible y no molestar. Hace gala también de su rapidez para escabullirse y de su capacidad para mentir. A fin de cuentas, esos talentos le ayudaron a salir de casa. Y a medida que va intentando integrarse a esta vecindad improvisada, se va envileciendo lentamente. Para hacerse respetar y evitar que lo lastimen, quiere a toda costa igualarse a los jefes de su pandilla y sin darse cuenta, termina pareciéndose a esos adultos maltratadores a los que les importó poco su sufrimiento y que una vez llamó padres. Su norte cambió y ahora solo quiere ser poderoso. Pobre niño indefenso que queriendo ponerse a salvo, se enfermó de oscuridad.
En poco tiempo ha adquirido nuevas destrezas como apuñalar limpiamente, hurtar, hablar golpeado, amenazar con pistola y drogar al hambre oliendo pegamento. No tardará mucho en consumir sustancias más intensas para darse ánimo a la hora de introducirse furtivamente en la casa en donde habitan sus padres, para vengarse de ellos desde el salvajismo más entusiasta que conozca. Apenas tiene 9 años. Todo un adulto irrecuperable.
Ocurre que cuando abandonamos a nuestros niños y los dejamos a su libre albedrío arrebatándole su bienestar, se devuelven contra nosotros. Un niño como éste podría vivir en cualquier calle cercana a ti, a tu casa, dentro de tu casa… y hasta dentro de ti mismo.
Porque hay niños afuera. Tus hijos. Y también está el de adentro. Tu niño, tu responsabilidad.
¿Sabes en dónde está tu niño ahora? ¿Lo cuidas, lo estimulas, lo guías? ¿O eres contigo un adulto parecido a los padres de “Huele Pega” que en vez de enseñarle le drogas el hambre de alegría, lo descalificas, le sobre exiges, y lo culpas para luego ignorarlo?
¿Cómo se llama tu niño? ¿Te has tomado el tiempo para recordar su nombre?
Victoria Robert
(Toya)
gracias ,,,te amo.! fuiste tu quien hizo conciencia en mi de mi pequeña pitufa con tantas heridas tanto maltrato vivido a consecuencia de ese hogar disfuncional …. ahora la cuido no niego que me costo aprender victoria a enseñar mis colmillos y mantener a raya cualquiera que intente pasar la linea en cualquier área . me siento cómoda es desde el amor que lo hago el amor por mi y por el otro. y sabes que que después de muchos años hace como 2 años volví a encontrarme con el depredador pero sabes que? no temblé como antes no llore tampoco lo vi y sentí pena por el sumergido en su absoluta inconsciencia tanto que se acerco a saludarme como quien corteja a una dama. pero sabes que la adulta estaba allí para mostrarle sus dientes y garras y solo me basto decirle luego de incomodo saludo «hola que bella estas» Si claro pero no te diste cuenta verdad? YA NO TENGO 8 AÑOS NO TE ME ACERQUES ENFERMO. con ganas de partirle la vida.. luego llore de rabia a solas y entendí que de ese tipo hay muchos que me toco a mi vivir esta amarga experiencia pero que ahora puedo cuidarme bien y me hizo sentir libre y segura. gracias entre muchas personas que llegaron a darme una mano. tu victoria y libertad lupi me ayudaron a hacer consciencia de mi huele pega co-adicta y codependiente… Me toco a mi desintoxicarme y sanar cada herida con ayuda de mi Dios.
Nos alegra tu testimonio lleno de fuerza y convicción. Te mandamos un abrazo y todos nuestros buenos deseos en este camino que en el que sabes protegerte y vivir a plenitud.
Resulta muy instructivo leer esta historia, porque a veces ese niño maltratado hemos sido nosotros y creo que enseñarle nuevamente a confiar, a dejar de ser invisible, a brillar con su hermosa luz, a dar y recibir amor , que logre abrazar sus miedos y saque sus lecciones de lo vivido, resulta una labor maravillosa por medio de la terapia, gracias por escribir este texto y por abrir nuevos rumbos para todos los niños maltratados. Creo firmemente en que la terapia es el mejor trabajo que hice en mi vida ♥️
Qué hermoso y nutritivo aporte. Muchas gracias Marjorie. Abrazos.