Victoria es Argentino-Venezolana, nacida en 1965. Ex directora de CENAIF, Escuela de Gestalt, Fundadora de TerapiaYa. Psicoterapeuta Gestalt, Docente Supervisora y Terapeuta Psico-corporal. Especializada en Terapia Individual, Grupal, Parejas, Familia y Adicciones tanto presencial como Online. También es Licenciada en Artes, Actriz, Directora y Escritora. Ejerce desde 1997 hasta la fecha. Actualmente reside en Barcelona, España y forma parte del equipo de colaboradores de TuEstima en el desarrollo de novedosas modalidades de asistencia terapéutica través de la plataforma online.
ATP: ¿Quién eres tú?
VR: En este momento soy alerta y una inmensidad llena de cosas desordenadas.
ATP: ¿Y quién más eres?
VR: Soy mamá de Tico y de todos mis peludos.
ATP: ¿En qué se parece ser mamá a ser terapeuta?
VR: En nada. Bueno, la mamá que yo soy pues. Yo soy una mamá amorosa, consentidora, sobreprotectora, muchas veces angustiada por tonterías y en cambio soy una terapeuta que deja crecer, con límites, no me angustio por los pacientes, confío en ellos.
ATP: ¿Aunque me imagino que te ha tocado hacer como de mamá en algunos casos, ser maternal?
VR: Ha habido momentos en el proceso terapéutico de algunos pacientes en donde me ha tocado ser madre nutritiva, pero han sido momentos. Yo no soy madre de ninguno de mis pacientes.
ATP: Eres actriz, terapeuta y artista. Entonces en qué se parece ser actriz a ser terapeuta o viceversa.
VR: Es una pregunta compleja y quizá la respuesta sea larga. Ahora que tengo cierta experiencia y que puedo mirar atrás, sé que he usado la actuación para verme hacia adentro, echando mano a elementos de afuera que han sido mis personajes. Y lo mismo me pasa con la terapia, aprendo de mis pacientes que están afuera, pero aprendo de mí.
ATP: Pero mi pregunta va dirigida más a los procesos de ambos oficios. El oficio del actor, que desconozco completamente, y el del terapeuta. ¿En qué se pudiera parecer, o qué ventajas tendría para un actor ser terapeuta o para un terapeuta ser actor?
VR: En primer lugar ambos implican un proceso creativo de introspección. Yo fui una actriz educada en «El Método», es decir, es un trabajo de adentro hacia afuera, buscar adentro para poder producir, para «ser» el personaje. Como terapeuta yo creo que tengo que hurgar dentro de mí para poder darles a mis pacientes. Entonces construir con el paciente y con el personaje, además de con el colega, el compañero que comparte la escena, es un proceso creativo fascinante y además, en el caso de la actuación, igual que en la terapia, nada está escrito. Está escrito el texto o lo que el director dice que debería hacerse, pero pasan cosas en cada escena siempre diferentes y lo mismo ocurre en cada evento terapéutico, pasan cosas diferentes. Uno muchas veces sabe con qué viene un paciente y quizá qué cosas va a decir o qué angustias va a plantear, pero a partir de allí todo es nuevo. El trabajo actoral y el trabajo con un paciente tiene que ver con lo novedoso, con descubrir y estar abierto a profundizar.
ATP: Se me ocurre también que por ejemplo un actor de teatro, que tiene que representar varias veces la misma obra durante una temporada, ¿en qué se parece eso a un mismo paciente que viene varias veces a terapia?
VR: Es que el público nunca es el mismo y nosotros nunca somos los mismos como actores en el momento en el que creamos en escena. A veces estamos tristes y tenemos que representar una escena alegre, e inevitablemente teñimos esa alegría con cierta melancolía que le aporta algo distinto a la interpretación, o de repente el público se ríe en un momento que tú no esperabas y algo nuevo ocurre. Lo mismo sucede con el paciente (aunque la neurosis es pretender que algo salga diferente haciendo siempre lo mismo), es decir el paciente viene muchas veces a hacerte lo mismo y a hacerse lo mismo, sin embargo, tanto él como yo, somos diferentes cada día y por muy mínimo que sea, algo cambia.
ATP: ¿Y desde cuándo te dedicas a la psicoterapia?
VR: Yo tenía 15 años cuando escribí en la pared de mi cuarto: «Paren el mundo, me quiero bajar». Era fanática de Mafalda, creo que a partir de ahí me dediqué a la psicoterapia, pero en vez de buscar a un terapeuta, me puse a hacer teatro y encontré en la actuación un espacio terapéutico. Y recién como a los 17 años es que acudí a un psicoterapeuta, pero yo usaba mucho mi trabajo actoral, mi exploración sobre mí misma y los personajes como ejercicio terapéutico.
ATP: ¿Y qué te llevó a hacerte psicoterapeuta?
VR: Bueno, yo entré en un proceso personal muy profundo como a los 26 años creo, no recuerdo bien la edad. Fue una de esas etapas en donde viene Jesucristo a la tierra, te hace una promesa y no te la cumple, fue una etapa de vida durísima que inevitablemente me llevó a hacer terapia. Pasé por algunos terapeutas hasta que conseguí uno con el que hice empatía y empecé a crecer, y una vez que sentí que podía caminar sobre mis propios pies (porque llegué gateando), empecé a pensar que era posible acompañar a otros en un camino similar al que yo había recorrido. Pero la verdad es que en un primer momento lo que quería era estudiar terapia para indagar en la psicología de los personajes. Me estaba mintiendo a mí misma, yo lo que necesitaba era seguir profundizando en mí pero teniendo una excusa, entonces le eché la culpa a los personajes, que en eso ellos fueron siempre muy generosos y empecé a estudiar psicoterapia gestalt pensando en eso, en crecer como actriz. Y en algún momento del camino me di cuenta que había dejado de ser actriz. Yo podía seguir ejerciendo la actuación pero yo había bifurcado hacia la psicoterapia y era irreversible, no tenía vuelta atrás, estaba en el camino de ser psicoterapeuta sin el pretexto de querer ser mejor actriz, sin usar a mis personajes. Mi necesidad era seguir conociéndome y quizá poder acompañar a las personas que creyeran en mí.
ATP: ¿Dónde te formaste?
VR: Me formé en CENAIF, una institución que acompañé durante 20 años, de las mejores de Gestalt en Venezuela y me formé como psicoterapeuta Gestalt, docente, supervisora, hice múltiples especializaciones y actualizaciones, también me hice terapeuta psico-corporal y me formé en la vida, porque ahora que tengo 52 años te puedo decir que mi formación son mis canas.
ATP: ¿Cómo es eso?
VR: Bueno, mis primeras canas salieron a los 12 años, la mayor cantidad surgieron a los 30, cuando en un ataque un poco extraño me dio por pasarme la máquina «cero» y entonces crecieron todas las canas del mundo, pero eso tenía un significado, yo en ese momento había empezado a envejecer en el buen sentido de la palabra, porque para mí la vejez es uno de los más maravillosos dones que puede tener un ser humano.
ATP: ¿Cómo es eso?
VR: Bueno la vejez es sabiduría, es experiencia, te brinda tranquilidad, porque no es posible ir rápido con un cuerpo anciano, así que esa corporalidad, quizá cansada y lenta, te va guiando en vivir una existencia necesariamente sosegada, es dejarse llevar más por la intuición que por la razón, es casi como volver a ser niño pero con el conocimiento de vida. Aprecio profundamente la vejez y aunque todavía no he llegado a ella, añoro poder estar allí y tener un huerto y una granjita con todos los posibles animalitos que pueda cuidar.
ATP: ¿Y por qué escogiste la Psicoterapia Gestalt?
VR: Pues la verdad es que la encontré, no la elegí. Pero probablemente si me pusieran a elegir, ahora que conozco todos los enfoques, yo elegiría la Gestalt porque es lo más parecido a la actuación, la potencia del «experimento» gestáltico es lo más afín al momento escénico, es orgánico, es vivo. Es una creación en la que se usan recursos escénicos y se va dando en ese momento único cuando el paciente experimenta lo que le está ocurriendo y gracias a eso se puede dar cuenta de lo que le pasa, es uno de los enfoques más creativos en psicoterapia que yo conozca. Me quedaría con la Gestalt como he hecho hasta ahora, sumándole algunos elementos de otras orientaciones psicoterapéuticas.
ATP: ¿Es como que si la actriz te llevó a la Gestalt? A la actriz le gusta la Gestalt.
VR: Definitivamente. Pero también me gustan otras cosas, me gusta la profundidad en el trabajo con los sueños que tiene el abordaje junguiano por ejemplo, a mí me gusta mucho explorar, excavar, ir al fondo.
ATP: Creo que ya respondiste parte de la pregunta que te iba a hacer, que es qué es lo que más te gusta de la psicoterapia, porque hablaste del «experimento»
VR: Me gusta acompañar, la relación que se establece de ser humano a ser humano, y sobre todo la creatividad que me brinda ese oficio tan noble y generoso.
ATP: «La psicoterapia es un oficio noble y generoso» ¿Cómo es eso?
VR: Es noble porque está allí para que tomes de él lo que tiene para dar, no hace daño, todo lo contrario, porque el problema no es la psicoterapia, el problema está en el psicoterapeuta que a veces, algunos terapeutas no se toman el tiempo para formarse. Así que los errores los comete el psicoterapeuta no la psicoterapia.
ATP: Te refieres a la psicoterapia, ¿no a ti?
VR: Quizá es una proyección, entiendo para dónde vas, pero yo sí creo que LA Psicoterapia como oficio, es mucho más que yo, y es generoso porque te permite aprender, enseñar, practicar, hurgar, crear, te da todas las opciones posibles para que elijas, cada quien las usa como mejor le parece, ella está allí, es como el planeta tierra, ella está allí para que tú la siembres, la coseches… o la deseches.
ATP: Como una mamá.
VR: Si, como una madre.
ATP: Y qué te aporta de manera personal el ejercicio de la psicoterapia, a ti como persona.
VR: Conocerme.
ATP: ¿Y qué has conocido de ti en psicoterapia?
VR: Yo conozco más de mí cada vez que veo a un paciente que lo que el paciente descubre de sí mismo. Continuamente estoy conociéndome, cada vez que tengo una sesión me pregunto qué me muestra este paciente de mí. El ejercicio de la psicoterapia con el paciente es un ejercicio de autoconocimiento, de autoconciencia, es un regalo que yo me doy, además de ser un oficio con el cuál vivo, y también como paciente, porque yo acudo a terapia como paciente. También me aporta historias personales para contar, para escribir. Si hay algo que a mí me gusta es escribir, así que tiento dentro de mí y uso la terapia para ver qué nuevas historias me inspiran para escribir.
ATP: ¿Escribes?
VR: Escribo desde que soy adolescente.
ATP: ¿Qué escribes?
VR: Cuentos. Fundamentalmente soy cuentista.
ATP: Y estas todo el día oyendo cuentos.
VR: ¡Ah sí! pero una cosa es oír cuentos y una muy diferente es contar cuentos.
ATP: Cambiemos entonces a la actriz por la artista. ¿La psicoterapia nutre a la artista y la artista a la psicoterapeuta?
VR: Definitivamente.
ATP: ¿Si no te dedicaras a la psicoterapia qué otra profesión hubieras elegido, que no haya sido la actuación porque ya la ejerciste?
VR: Te voy a decir una cosa, yo he sido afortunada en esta vida, si es que han existido otras, ésta ha sido un regalo para mí, porque he terminado haciendo las tres cosas que a mí me gustan. Fui actriz, soy terapeuta y ahora, a mis 52 años empiezo a tomarme en serio el trabajo de escribir, que es mi otra gran pasión. Quería dedicarme a escribir cuando era adolescente pero no me lo tomé en serio porque quería ser actriz y luego me atrapó la psicoterapia, hasta que al final volvió, porque así son las pasiones, están allí dormidas y despiertan cuando estás listo. Tengo tres piezas de teatro, una veintena de cuentos y lo que pretendo es contar historias que tengan resonancia en el otro.
ATP: Y conociendo que hay diferentes enfoques en psicoterapias, unos son más del paradigma médico, científico y están los humanistas, la Gestalt es el más artístico.
VR: Si yo soy humanista, yo no puedo ser otra cosa que humanista, fui bachiller en ciencias porque esa fue la condición que me pusieron en casa, pero yo era humanista y me hubiera gustado ser bachiller en humanidades porque cuando entré a la Escuela de Artes en la universidad, tuve que aprender de un golpe quién fue Platón y todos esos hombres, grandes pensadores de los que no tenía la más mínima idea.
ATP: Ya que eres docente, psicoterapeuta gestalt, supervisora, actriz y escritora, ¿Cómo responderías mi primera pregunta: quién eres?
VR: Soy una artista.
ATP: Dime un momento importante que recuerdes como psicoterapeuta.
VR: Hay muchos, es muy difícil elegir, pero creo que el más importante fue cuando estrené «El Tren de la Vida». Es un taller vivencial de tres días, un trabajo hecho en conjunto con Alfredo Tugues y Jeannette Conte, que escribí y estrenamos para CENAIF. Todos los estrenos y sobre todo sus desaciertos me encantan, porque las equivocaciones son las que me enseñan, y aquel fue un momento extraordinario de mucho miedo, de mucha sorpresa, de mucho aprender, creo que fue un momento cumbre en mi carrera como terapeuta. Todo el proceso de creación y luego de puesta en escena, porque más que un taller, es una obra de teatro de tres días con intención terapéutica. De hecho, estoy pensando en modificarlo para llevarlo al teatro.
ATP: Escuché «estrené», «escribí», «puesta en escena» y «taller vivencial». Desde hace rato estoy viendo a la actriz, a la escritora y a la terapeuta.
VR: Y a la directora.
ATP: ¿La directora artística?
VR: La directora de teatro, porque hay que ver lo que es dirigir sin haber ensayado ni un minuto, una obra de teatro de tres días con un elenco de 50 personas. Definitivamente ese fue un momento cumbre. Hubo otro momento que ahora recuerdo, uno más íntimo, en donde yo tenía una paciente que estaba en muy mal estado, estaba desgarrada y reconozco que en ese momento no sabía qué hacer, lloraba con un desconsuelo muy profundo y entonces lo que se me ocurrió fue acercarla a mi pecho para que escuchara mi corazón y se pudiera conectar con su vida a través de la mía. Quizá allí sí salió la madre. Parecía un bebé…
ATP: Cuáles son los temas más comunes por los que acuden los pacientes a tus terapias.
VR: Bueno, yo vengo de Venezuela, los temas son muy cambiantes, pero fundamentalmente el tema recurrente recae en las necesidades básicas y la más apremiante es la seguridad y el amor. Y si vamos más profundo es el abandono. La necesidad de amar y ser amado es uno de los grandes temas. Hay mucho niño abandonado y malquerido y también hay mucho adulto que no sabe querer a su propio niño, a ese que fue abandonado, obviamente no lo sabe querer porque nadie le enseñó. Hay dos razones por las cuales un paciente va a terapia en mi experiencia, uno va por un tema puntual, va a resolver un problema, y otro es el que va perdido, el que está perdido en la vida y ese es el que va a crecer.
ATP: ¿Me estás contando de los pacientes, pero cuáles son los temas más comunes?
VR: El amor y el desamor.
ATP: Dime un olor.
VR: Orégano, que es el olor de mi Abuela Gorda.
ATP: ¿Cómo era tu Abuela Gorda?
VR: Era el ser más tierno y amoroso que yo haya conocido en mi vida. Gorda, grande y amorosa. Una mujer muy sencilla. Mi abuela fue cocinera y tenía su propio huerto en donde me enseñó a cosechar.
ATP: ¿Y cómo sonaba tu abuela?
VR: Mi abuela roncaba, pero más que un ronquido era una respiración profunda, y hoy en día parece que yo, cuando ronco, ronco así.
ATP: Es como un gato ronroneando.
VR: (Risas) Es un ronroneo.
ATP: Elige un sonido
VR: En otro momento de mi vida hubiera elegido el sonido de los violines que el sonido que yo más amo, pero después de sufrir un tinnitus desde hace 7 años, elijo el silencio. Pagaría una fortuna por 5 minutos de silencio o ausencia de tinnitus.
ATP: ¿Qué textura tiene el tinnitus para ti?
VR: Es como electricidad, quema, rasga, es impertinente.
ATP: ¿Y qué textura te gusta?
VR: El manto de Krishna.
ATP: ¿Qué te gusta del manto de Krishna?
VR: Krishna es uno de mis gatos, es suave, esponjoso, es calientito, es la textura más rica que yo he tocado en mi vida, es como un terciopelo vivo, pero más rico.
ATP: Ya que estás hablando de animales y te gustan tanto, elige un animal.
VR: Me pones en un problema porque yo amo a todos los animales, voy a elegir a uno: Tico. Un perrito que yo tuve, un hijito que falleció, pero no es un animal, es una persona, tiene nombre y apellido, Tico Tugues Robert. Un cocker negro hermoso, el mejor niño del mundo. Ahora tengo a otro perrito maravilloso que se llama Gurú y tuve uno que me ayudó a sanar la ausencia de Tico que se llamaba Otto, mi gordo. Creo que tendría que elegir a los perros, pero la verdad es que si me pones a escoger especies… yo creo que yo debo haber sido algo así como una «tarzana», porque amo a los gorilas y a los elefantes. Quizá en otra vida pueda yo tener la fortuna de cuidar a un santuario de elefantes y de gorilas.
ATP: Eres madre de mascotas.
VR: Si.
ATP: Un terapeuta.
VR: Delia Herrero, Norma Capriles y Alejandro Suarez.
ATP: ¿Qué pasa que los eliges a ellos?
VR: Les tengo mucha gratitud, Delia es mi analista, una sabia mujer que me ha acompañado por años en mi proceso de descubrirme, de encontrarme y de reinventarme. A Alejandro lo recuerdo dando sus conferencias de psicodrama o de psicología profunda, un terapeuta junguiando de excepción. Norma es una maestra en el trabajo con sueños, Norma más que terapeuta es un hada.
ATP: Un maestro.
VR: Guillermo Feo en psicoterapia y Juan Carlos Gené en la actuación. Mis dos grandes maestros.
ATP: ¿Con Gené aprendiste «el método»?
VR: Si, el trabajo del actor sobre sí mismo y luego sobre el personaje.
ATP: Hace rato hablaste de un momento importante con un paciente. Elige a un paciente.
VR: ¡Ah!, es muy difícil decidir por un paciente. Probablemente yo sea la mejor paciente sobre la que puedo hablar aquí. Soy abierta, curiosa, responsable como paciente y no podría mencionar a ninguno mío y mucho menos hacer selección de alguno, aunque he tenido la dicha de tener muchos pacientes como yo: entregados, comprometidos, curiosos…
ATP: ¿Un mensaje?
VR: A mí me ha costado mucho aprender que no todo está en mis manos. Es más, lo he tenido que aprender muchas veces. De hecho, cada vez que lo vuelvo a aprender, entonces suelto. Duele si, y vaya que duele, pero más duele el esfuerzo por permanecer igual.
ATP: Una imagen para el final de la entrevista que quieras regalar a tus lectores.
VR: Cuando llegué a España, a Madrid y empezamos a cruzarla, de Madrid hacia Barcelona por esas carreteras asombrosas y esos paisajes hermosos, una de las cosas que más me llamó la atención fueron las cigüeñas y sus inmensos nidos. La imagen que les dejo son esos nidos de cigüeñas… algo así como… cambia de lugar (sobre todo el de adentro), que siempre va a haber una cigüeña que te va a encontrar para mostrarte el camino a casa. Yo cambié el verde de Venezuela y el canto de los pájaros, por el vuelo de las cigüeñas volviendo a sus nidos.
ATP: Si alguien anda en esta incertidumbre de ir o no a terapia. ¿Qué le dirías como terapeuta y como paciente?
VR: Si hay mucha resistencia, lo primero que me viene es pensar que quizá sea necesario esperar a que se haga más daño para que necesite pedir ayuda. Pero no, porque la psicoterapia no solo es para resolver problemas, o para cicatrizar heridas, la psicoterapia es una oportunidad para crecer y descubrir. Así que le diría: ¡podrías aprender tanto de ti!
Entrevista realizada por Alfredo Tugues Plaza
Me gustó mucho.
Nos alegra mucho Linda. También valoramos tu comentario. Un abrazo.