Alfredo nació en 1960. Estudió Música, Física e Ingeniería de Sistemas y también es Investigador, Docente y Artista (Compositor y Guitarrista Clásico). Se formó como Psicoterapeuta Gestalt, en Análisis Transaccional y PNL. Se especializó en Psicoterapia Individual, de Parejas, Familia, Grupos, Terapia Psico-corporal, Adicciones y Homeopatía. Es Supervisor y Docente.
VR: ¿Desde cuándo te dedicas a la psicoterapia?
ATP: No me acuerdo, desde 1995 creo. Aunque en realidad es desde muy joven porque siempre he estado muy pendiente de la dinámica del ser humano, de porqué soy como soy y porqué las personas son como son. A los 11 años me llevaron al Instituto de Salud Mental y un señor me hizo un test con una manchas que después aprendí que era el Test de Rorschach y él me iba diciendo cómo era yo por la simetría de las manchas y a mí me impresionó cómo alguien podía saber tanto de mí por lo que yo le decía de lo que veía en unas manchas de tinta. Y en ese momento decidí que quería hacer eso que hacía ese señor. Después, como a los 16 años en un cumpleaños, varios familiares me preguntaron qué quería de regalo y yo les pedí libros de psicología y recuerdo que una prima me regaló «El Proceso de Convertirse en Persona» de Carl Rogers y a partir de ahí creo que me empecé a formar como psicoterapeuta.
VR: ¿Y dónde te formaste?
ATP: Es una pregunta difícil porque creo que un terapeuta se forma en varias vidas. En realidad al terapeuta lo forman sus pacientes porque la terapia es simétrica, se hacen terapia los dos. Formalmente primero estudié PNL y análisis Transaccional en el Instituto Eric Berne, después Psicoterapia Gestalt en el CENAIF y leyendo mucho, y sobre todo viendo muchos pacientes. Y como yo hago terapia desde los 11 años, en realidad mis verdaderos maestros fueron mis terapeutas. De hecho, creo que una persona que haga mucha terapia en su vida, después de muchos años, podría ser terapeuta. Los estudios lo que hacen es organizar, pero un terapeuta se forma es revisándose, porque un terapeuta es su paciente más difícil.
VR: ¿Qué te llevó a hacerte psicoterapeuta?
ATP: El Instituto de Salud Mental, no sé si vengo así de fábrica, siempre me ha llamado la atención saber cómo soy. Saber por qué siento lo que siento, pienso lo que pienso, qué pasa que me relaciono con las personas que me relaciono, qué pasa que me siento más atraído y afectuoso hacia algunas personas y hacia otras no.
VR: ¿Qué te aporta de manera personal el ejercicio psicoterapéutico?
ATP: Conocer personas nuevas todo el tiempo porque el paciente, aunque lo conozcas, siempre trae algo diferente. Me aporta estar en contacto íntimo. Para mí es muy importante mantener mi curiosidad activa y cuando cada paciente llega, tengo mucha curiosidad de saber cómo llega y la psicoterapia también aporta un medio de vida.
VR: Sabemos que te has desarrollado en Análisis Transaccional, en Gestalt, en Terapia Psico-corporal ¿Por qué has elegido esa ruta? ¿Por qué esa y no otra? Por ejemplo porqué no Psicología Profunda o Psicoanálisis?
ATP: En realidad yo no las elegí. Así como no elegí ir al Instituto de Salud Mental a los 11 años y no elegí los libros que me regalaron en ese cumpleaños, también fue como casual, fortuito que yo terminara en AT, PNL, Gestalt, Terapia Psico- corporal u homeopatía. Yo más bien creo que esta vida corporal es un plano manifestado de algo material y que hay otro plano, dimensión, entorno y creo que los maestros se manifiestan de muchas maneras. Un maestro puede ser una mascota, una flor, un olor, un maestro puede ser muchas cosas. Entonces yo realmente me he sentido como guiado, lo «casual», no creo que haya sido casual, en realidad siento que he sido guiado.
VR: ¿Entonces más que elegir una ruta, una corriente, una orientación, tú crees que has sido elegido?
ATP: Si, además que los enfoques en donde me desempeño y los que ejerzo, conociendo muchos otros, son los que más me gustan y son los que casualmente terminé estudiando.
VR: ¿Un momento importante que recuerdes durante tu ejercicio como psicoterapeuta?
ATP: Son muchos pero… a ver… yo admiro a grandes personajes de la psicoterapia, Freud, Jung, Perls, Rogers, Eric Berne, así como admiro a grandes personas en otras áreas. En mi caso, mi papá que es científico (y mi mamá artista), mi papá me enseñó a cuestionar, no porque alguien haya escrito un libro, eso es cierto o una verdad absoluta. Yo aprendí que en la ciencia no hay verdades absolutas, siempre una teoría es superada por otra teoría, siempre una hipótesis o un planteamiento son superados por otros, entonces yo aprendí a leer cuestionándome lo que leía y filtrando lo que leía y al final terminaba seleccionando lo que me parecía cierto, creíble. Momentos importantes en mi ejercicio han sido cuando yo he tenido que cuestionar mi formación y a mis maestros, entendiendo por «maestros» a mis profesores o los grandes terapeutas de los que aprendí y de los que leí. Entonces cuestiono a Freud, a Jung, a Perls en muchas cosas. Cuestiono, cuestiono diferentes aspectos y eso me ha llevado a descubrir mi concepción de la psicoterapia. Cada vez que me he visto con algún paciente en donde he tenido que cuestionar lo que he aprendido, al verme a solas descubriendo, haciéndome la pregunta « ¿Y ahora qué hago?», porque lo que aprendí no está funcionando y tengo que atreverme a hacer algo que no conozco, en ese momento he descubierto facultades, estrategias, maneras diferentes. Lo otro, que no es que fue «un momento», sino que es muy importante, es irme dando cuenta de que la terapia tiene que ver con la relación entre dos personas, es un tipo de relación muy particular donde no es tanto lo que tú sepas, sino más bien el afecto, lo que sientes hacia esa persona, el poder ser íntimo, el permitir que esa persona se sienta libre de abrirse a ti. Entonces en algún momento me di cuenta que la técnica y el conocimiento formal, no es lo que importa. Eso se convirtió en mí como en un camino. No sé qué tipo de terapeuta soy ahorita porque con cada paciente el terapeuta es algo así como un carro que pudieras configurar dependiendo del terreno. Un buen terapeuta se configura para que el paciente pueda transitar por ese terreno.
VR: ¿Cuáles son los temas más comunes que, según tu experiencia, son consultados en terapia?
ATP: A groso modo, para mí el gran tema es en síntesis el que una persona quiera cambiar a otra, es una proyección de lo que la persona en realidad se resiste a hacer, que es cambiar él mismo. Para mí todos los temas terminan en la persona queriendo que el mundo sea como ella quiere que sea. Que el mundo la complazca. Ahí empiezan los problemas. ¿Puedes hacer que el mundo cambie para ti?, si, tú mundo, pero eso pasa por, por ejemplo «mi mundo puede cambiar si yo soy tolerante», entonces yo cambio y el mundo cambia. Esa es para mí la síntesis de todos los temas: «Querer que el otro cambie y no saber cómo cambiar yo».
VR: ¿Y además supongo que eso incluye el no tener consciencia de que es a mí a quien me toca cambiar?
ATP: Así es.
VR: ¿Qué es lo que más te gusta de hacer psicoterapia? Sabemos que haces terapia de consultorio, terapia de grupo, terapia online, ¿qué es lo que más te gusta de hacer terapia?
ATP: Lo que más me gusta es la relación que termino teniendo con mis pacientes. En mi caso, yo no puedo ver a una persona por la que no sienta algún tipo de afecto o simpatía. Yo no puedo ver a todo el mundo.
VR: ¿La famosa «empatía» rogeriana?
ATP: La famosa empatía. Lo que más me gusta es la relación que se va estableciendo con cada paciente, que es una relación diferente con cada persona, y lo otro que me gusta mucho es cuando un paciente se va y termina la sesión, preguntarme qué me trajo hoy este paciente para mí, ir descubriendo de mí, en ese momento posterior a la terapia. Es como si primero el paciente hace su sesión y luego a mí me toca hacer la mía. Con la diferencia que la mía la hago yo conmigo o con mi terapeuta. Y siempre descubro.
VR: ¿Además de la psicoterapia, cuáles son otras tus pasiones?
ATP: Bueno mi otra pasión tiene que ver también con relaciones, que son mis amores, mi esposa, mis hijas, mis mascotas y la música. Que es procesal, es decir, el proceso de componer se parece en algunas cosas al proceso de hacer terapia con el paciente porque cuando el paciente llega a terapia llega perdido, y yo también estoy perdido con el paciente, y los dos juntos vamos descubriendo el proceso. Muy parecido es el proceso de componer una pieza, música, en principio tú tienes una pequeña frase de pocas notas, siete, diez notas y no sabes para dónde va eso ni cómo va a terminar y tiempo después, tienes una obra lista. Es una paradoja porque en realidad nosotros los terapeutas trabajamos para que el paciente no te necesite, no necesite volver a ti y en la composición es igual, una vez que una obra está terminada ya no necesita volver al compositor, ya es ella sola.
VR: Sabemos que tienes pasión por los avioncitos.
ATP: ¡Ah bueno si! De los aviones lo que me gusta es la libertad del vuelo y lo inexplicable. Tú ves volar un avión y ¿cómo hace para mantenerse en el aire?, un ave ¿cómo hace? El aire es un fluido invisible y es parecido a lo que hacemos nosotros para mantenernos vivos. Para mí, en mi caso, la vida está llena de sufrimientos y llena de preguntas y angustias, es realmente una escuela. Por ejemplo, si en un avión no hay movimiento, no hay vuelo, y para mí la vida es algo parecido, cesa el movimiento y eso es la muerte.
VR: ¿Cuántas veces habrás querido volar y cuál fue el momento en el que te enamoraste de los aviones?
ATP: Siempre me fascinó el vuelo. De los avioncitos también me gusta el proceso de crear, de diseñar el avión. Estudié aerodinámica y también como desde los 11 años hago avioncitos. Mis aviones todos vuelan. Es como el proceso de composición, de la nada haces algo que vuela.
VR: Si no te dedicaras a la psicoterapia, ¿qué otra profesión hubieras elegido?
ATP: Yo soy un compositor frustrado (pues no me dedico a eso), estudié composición, guitarra clásica y sigo haciéndolo pues un compositor, así como el terapeuta, se hace haciendo. Creo que esa hubiera sido mi otra opción. De hecho, a los 17 años decidí que iba a ser músico.
VR: Tú eres nieto del maestro Juan Bautista Plaza[1]
ATP: Soy nieto de Juan Bautista. Y la otra pasión sería fabricar guitarras, la luthería. Yo hice guitarras durante muchos años y es el mismo proceso. El buen luthier es como el buen chef que va y escoge del huerto el vegetal, el producto que va a usar para transformarlo en algo nutritivo. Los buenos luthieres van y escogen el árbol que van a cortar en el aserradero y esa madera la mandan a cortar de una manera especial.
VR: Alguna vez escuché de ti que decías que tú eliges a tus pacientes y a tus alumnos. ¿Es como elegir una buena madera?
ATP: Yo elijo a mis pacientes y a mis alumnos por dos razones. La primera es que soy mucho mejor terapeuta y docente cuando siento algún tipo de afecto. Y lo segundo es que me gusta que me aprovechen y me gusta sacar provecho, nutrirme. Me fascina un buen alumno y un paciente comprometido, honesto, serio, entregado y que de verdad valora el tiempo conmigo en su terapia o en su proceso de aprendizaje tanto como yo.
VR: Elige un color.
ATP: El verde.
VR: Elige un sabor.
ATP: Agridulce con picante y salado.
VR: Te gustan casi todos menos el amargo.
ATP: El amargo también.
VR: Entonces configura un sabor (ya que haces gestalt) que contenga a todos.
ATP: Casi que es a lo que pudiera ser mi propio sabor.
VR: Elige una textura.
ATP: Tiene que ver con la piel. Una, la que me vino es la de uno de mis gatos, Krishna. Su piel, su manto es muy mullido, provoca seguir tocándolo. Pero me importa más lo que siento cuando toco. Hay pieles que a mí me dan mucho placer, la piel de mi esposa, la piel de la gente que amo. No tiene que ser una textura sedosa o suave.
VR: Elige un sonido.
ATP: Ahora que estoy en España hay dos sonidos que me gustan mucho. Un es el de mi nieta Julieta y el otro es el de las campanas de una Iglesia aquí en Manresa que suenan tres veces al día. Me imagino que son campanas que tienen 500 años y ese sonido es como la detención del tiempo. Hace 500 años escuchaban exactamente lo mismo que estoy escuchando ahora y yo como músico veo que es un sonido que no ha cambiado en el tiempo, que permanece. Con los muros medioevales no me ocurre lo mismo.
VR: ¿Cuál es la diferencia?
ATP: Es lo instantáneo, la campana deja de sonar y desaparece. Es como el vuelo. Muchas veces me he descubierto a la espera del sonido de la campana y como Manresa es un valle, si las oyes desde diferentes sitios, la misma campana se oye diferente. Además que la campana es como una muralla que nos une a todos en Manresa (por lo menos a mí) porque todos la escuchamos.
VR: Como a ti te gustan tanto los animales, elige un animal.
ATP: Son varios, uno es el zamuro que por cierto aquí no he visto, es el animal que a mí toda la vida me fascinó, y también el perro.
VR: ¿Por qué el zamuro?
ATP: Varias cosas, pero lo que más me fascina es su vuelo, el vuelo del zamuro. El equivalente del zamuro a animal de tierra es el morrocoy, el zamuro casi no aletea, utiliza al máximo el viento, no anda comiendo todo el tiempo, aunque come animales podridos y es carroñero. Es decir, se nutre de la carroña, además su proceso vital se parece mucho al proceso terapéutico (y después de muchos años de aprender la simbología junguiana), vamos a terapia a descubrir muchas cosas podridas y convertirlas en cosas nutritivas, cosas que creíamos que eran carroña.
VR: Bueno, Perls decía que de la mierda se pueden sacar tesoros.
VR: Entonces te he pedido que elijas un color, un sabor, una textura, un sonido y luego te he pedido que elijas un animal. También hablas del perro además del zamuro. Ahora, tomando en cuenta estas últimas elecciones (ya que eres gestaltista), configura y ve a ver cómo puedes definirte.
ATP: Yo me resisto a definirme, porque eso sería, desde la gestalt, equivalente a contenerme, yo en un contexto me puedo definir de una manera y en otro contexto me puedo definir de otra manera.
VR: ¿Y en este momento?
ATP: Yo pudiera decir algunas cosas que me definen a mí desde mí… para mí es muy importante el afecto, mi creatividad, moverme y una de las cosas que más me ha costado de mí, que para mí es muy importante es ser honesto conmigo. Ser honesto conmigo es como descubrir que la mente es tu mejor amiga y tu peor enemiga, entonces el camino es irme por el lado de mi mejor amiga.
VR: ¿Y cómo haces para diferenciar tu enemiga de tu amiga?
ATP: Bueno muy sencillo, es estar alerta de lo que siento con lo que me digo, con lo que pienso de mí. Si estoy pensando algo de mí que me desagrada, bueno « ¡ya va!, ¿qué estoy haciendo conmigo?». Es como descubrir que somos inmensamente libres, pero lo difícil no es eso, lo difícil es saber cómo puedes controlar esa libertad. Es una paradoja porque ¿cómo es eso de controlar la libertad?, pues sí, yo puedo ser libre en las cuatro paredes de una cárcel que yo me cree, o puedo ser libre fuera de la cárcel de la que salí. Todo tiene que ver con lo que yo hago conmigo cuando pienso de mí, cuando me juzgo, cuando decido estar con una u otra persona…
VR: Hay personas que confunden la libertad con el libertinaje ¿Qué piensas de eso?
ATP: Para que haya libertinaje es necesario que haya reglas de contención, prohibiciones. Hay libertinaje cuando te rebelas, para mí los libertinos son rebeldes, yo he sido muy libertino… no entiendo mucho.
VR: Me refiero al extremo del extremo en el ejercicio de la libertad sin considerar al otro.
ATP: Eso es egoísmo o narcisismo. Todo lo que sea no considerar al otro, para mí es tóxico conmigo.
VR: ¿Se revierte?
ATP: No, es que es como aprovecharme. Y no sé bien qué le ocurre quien necesita aprovecharse del otro.
VR: ¿Qué es lo que más te ha enseñado tu ejercicio de la psicoterapia?
ATP: Me enseñó a ser tolerante y me enseñó que el sufrimiento es sufrimiento, que no admite juicio en el contenido, en lo que ocasiona el sufrimiento. Sufre igual un adolescente cuando su mamá no le quiere comprar un celular y puede estar sufriendo de una manera similar a alguien que perdió su relación, su trabajo. Es decir, sufrimiento es sufrimiento. Puede parecernos una trivialidad pero si sufre, está atrapado. Porque el sufrimiento nos atrapa y el porqué no importa mucho.
VR: Un terapeuta.
ATP: Me vienes tú Victoria Robert.
VR: (Risas) Otro.
ATP: Varios… Norma Capriles, Delia Herrero, Alejandro Suarez, César Arbeláez.
VR: Un maestro.
ATP: Bach, el zamuro. Me viene decirte que si Freud y etc, pero yo que conozco a los terapeutas, no hay nada más neurótico que un terapeuta y me incluyo. Así que para mí los terapeutas no somos grandes maestros.
VR: Un maestro.
ATP: Para mí el más grande maestro que yo he tenido se llama Alfredo Tugues. Soy yo. Y sigo siéndolo. Y digo el más grande porque me doy carajazos[2] contantemente. Entonces tengo un Alfredo que me da los golpes y otro que me contiene. Entonces ese proceso me hace a mí un maestro solo de mí.
VR: Un paciente.
ATP: No los puedo mencionar pero hay varios.
VR: ¿Podrías ilustrar uno sin necesidad de mencionar nombres?
ATP: No, no puedo.
VR: Quizá te moleste esta pregunta pero te pido un mensaje.
ATP: (Ríe, tamborilea en las rodillas y dilata la respuesta) El primero que me viene es «haz terapia» y el segundo es «visita terapiaya.com» (risas)
VR: Tú como siempre polar: profundo y sencillo, serio y desenfadado…
VR: Para terminar, una imagen para el final de esta entrevista que nos quieras regalar.
ATP: Bueno… primero me vino un sonido, pero no voy a ponerlos a buscar. Así que lo segundo que me vino es la imagen que ves, cuando te ves al espejo.
Entrevista realizada por Victoria Robert
[1] Juan Bautista Plaza, Compositor Venezolano. http://www.juanbautistaplaza.org/plaza12.htm
[2] Golpes