AHORA QUE HAS LLEGADO

El miedo no se esfuma porque te hayas cambiado de lugar, solo muda de estado sólido a gaseoso. Apenas toques esa nueva tierra a donde elegiste probar suerte, ese miedo empezará a esparcirse de manera subrepticia, casi inadvertida y te encontrarás con un nuevo  fantasma: la incertidumbre. No te darás cuenta cuando se infiltre en tus poros porque mientras te dejas deslumbrar por lo nuevo, apenas tendrás capacidad para a ajustar tus pupilas a ese nuevo sol y tu piel a esa nueva temperatura.

Serás tú con tu acento frente al de todo el resto, un extraño en tu propia lengua, en ese cuerpo que aún revela el miedo que trae alojado en tus hombros encogidos, porque entre taquillas de inmigración, correas de equipaje y nuevas divisas, no habrás tenido tiempo de sacudírtelo. La cantidad de maletas, tu documento de identidad y hasta tu manera de moverte, de sonreír como quien necesita amigos, te delatarán. Todo lo que hagas o dejes de hacer te expondrá a la experiencia de ser diferente, de sentirte casi un intruso.

Aún no lo sabes pero a tu fantasma le encanta el silencio nocturno. Te dejará llegar a puerto seguro, te dejará creer que podrás descansar y, antes de cerrar los ojos, se asomará con una punzada en la boca de tu estómago y te robará el sueño. Te presentará una película de todo lo que has hecho para haber llegado a donde estás y, sin haber tenido oportunidad de empezar a labrar tu nuevo camino, te mostrará el más feroz de los arrepentimientos. Entonces comprenderás que has dejado un zapato en tu tierra de origen, mientras el otro estará allí, resistiendo todo el peso de tu fragilidad.

Extrañarás tu casa, tus amigos, tus rutinas y tu oficio. Tendrás que lidiar con lo que dejaste sin resolver y hacerlo desde la distancia se hará más intrincado, te asaltará el impulso de ayudar a quienes se quedaron en aquel infierno del que pudiste salir y llorarás cada vez que recuerdes todo lo que tuviste que soltar para andar más liviano. A veces te sorprenderás caminando por calles bonitas pero vacías de tu vida habitual y entonces tu fantasma rozará la punta de su índice a lo largo de tu espalda para estremecerte con remordimientos ensordecedores. Si, así es ese fantasma, y para que no te derrote, en vez de rehuirlo necesitarás conocerlo, apropiarte de él y silenciarlo.

Tendrás que aprender a caminar otra vez, empezarás gateando sobre nuevos mapas y direcciones ajenas, y mientras digieres cada nueva experiencia, te atraparás tentado por esa pequeña pero poderosa parte que habita en ti en forma de anhelo infantil, a comprar todo lo que hace mucho no has podido tener. Y antes de lo que imaginas te pescarás visitando tres o cuatro veces el supermercado más grande y variado como si fuera un parque de diversiones, solo para ver… Quizá te sientas forzado a esconder tus lágrimas cuando descubras que ahora sí puedes elegir, y tendrás que aprender a elegir otra vez entre precios, ofertas, marcas y opciones que una vez tuviste pero habías olvidado.  Y mientras fantaseas con el día en que podrás comprar todo lo que quieres sin escatimar, te conformarás con poco, porque tu fantasma estará allí para recordarte que no puedes, que no debes y que la prudencia es tu norte.

Es un fantasma sensato porque evita que te desboques cuando, después de tantas privaciones, descubras que una vida sin carencias es posible, pero también es experto en introducirte en un vaivén emocional que te puede vulnerar, porque te arrebata la calma de tu ahora y te muestra un futuro tenebroso, te quita el valor de tus logros mientras te infunde desconfianza, te ofrece oro para devolverte espejos rotos… con sus siete años de mala suerte.

La incertidumbre es ausencia de certezas, no de autoconfianza, la incertidumbre es carencia de garantías, no de acciones, de empuje y de capacidades, pero si la escuchas mucho te puede quebrar. Así que necesitarás prepararte para escucharla entre líneas y responderle con trabajo a cada amenaza, a cada miedo, a cada «no podrás». Y si bien conseguirá enceguecerte muchas veces, cuando eso ocurra te servirá mirar hacia atrás para recordar el camino que has recorrido y los obstáculos que has superado para estar donde estás. No todo está en tus manos es cierto, pero tu vida y tu supervivencia, que hasta ahora han sido tu responsabilidad, solo cuentan contigo, y como la necesidad es testaruda, mueve.

Elegiste cambiar amenazas reales que no podías manejar por un fantasma propio. Con ese si puedes, porque si has llegado hasta donde estás con todas las dificultades que te has encontrado, es porque has logrado hacer lo que has querido.

Y ahora que has llegado, nadie tiene derecho a quitarte el futuro… mucho menos tú.

 

Victoria Robert

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