TIPS PARA LA VIDA

Vivir es un arte, un misterio personal que se devela en la medida en que lo experimentamos. Así que tu existencia es producto de tu exclusivo descubrimiento, eres tú quien la construye, y es única. ¿Cómo entonces pretender vivir siguiendo «tips»? ¿Cómo es posible entonces que creas que tu vida, la tuya, puede ser un producto de diseño industrial, algo que se elabora en masa y se puede adquirir en el primer quiosco de revistas que tengas a la mano? ¿Quién te dijo que siguiendo un manual podrías ahorrarte los sinsabores que dejan los errores? ¿Acaso no sabes que cuando te equivocas aprendes? ¿Es que no te has dado cuenta que si pretendes soslayar tu propia experiencia para tragarte los «tips» de otros, perderías la extraordinaria oportunidad de aprender de ti? No olvides que los consejos suelen venir de personas que no ha vivido lo que tú y que, por más que quiera, no tomará el riesgo por ti. Así que no creas que quien te regale esa «herramienta» que quieres, correrá con las consecuencias de hacerlas funcionar. No, serás tú.

Cuando somos niños necesitamos de la guía de un adulto responsable que nos muestre lo que para él es el mejor camino. No siempre esa tutela será la más adecuada para el niño que somos, sin embargo, cuando contamos con la fortuna de que nuestros padres o adultos responsables estén presentes, sabemos que existe un genuino deseo de protegernos, de enseñarnos y, muchas veces de favorecer el desarrollo de nuestras capacidades permitiendo que nos equivoquemos. Entonces, porque somos niños, es válido necesitar de nuestros adultos para que nos muestren lo que para ellos es el «ABC» de la vida. Es absolutamente razonable nuestra confianza en ellos y nuestra entrega a su supervisión. Pero es que esos son nuestros adultos, son personas con las que hemos vivido o con las que hemos mantenido un contacto cercano casi a diario. ¡Ajá! ¿Y qué ocurre cuando ya siendo grandes buscamos que otros (cuya profesión pudiera sugerirnos que están dotados de cierta experiencia en el asunto de saber vivir) nos «regalen» (sin conocernos) fórmulas genéricas para sobrellevar las insatisfacciones de nuestras vidas? Algo así como recetas universales que nos ayudarán, a todos por igual, a ser feliz.

¿Qué quieres que ese consejero, orientador, psicoterapeuta, psicólogo, coach o sacerdote te diga?:

Despiértate temprano, tiende tu cama, haz tus tareas, mantén tu cuarto ordenado, báñate, come sano, no llores tanto ¿Qué quieres? ¿Que alguien viva tu vida por ti? Imposible. Cuando pides un «tip» (que curiosamente en inglés significa «propina»), estás pidiendo una dádiva, una pequeña compensación por no atreverte a asumir el riesgo de probar sin garantías.

¿Y cómo crear un consejo en absoluto, una respuesta común para alguien especial como tú? Por ejemplo podría ser: «Cuando te sientas solo busca compañía», o «si no te ama, ámate tú», o mejor, «déjalo ir». Y ¿qué te parece esta? «no dependas de nadie», ¿y esta? «no te dejes manipular»… ¿Te sirven? Porque una cosa es saber qué hacer y otra muy diferente es cómo realizarlo.

La psicoterapia es un espacio para crecer, para aprender tu modo singular de ser, para confrontarnos y cambiar, no es una máquina expendedora de premios de consolación cuando nos portamos bien, ni un oráculo que prediga nuestro futuro. La psicoterapia nos prepara en el presente para saber qué hacer con nosotros ahora, de manera que el futuro sea el resultado de nuestras acciones y que podamos estar capacitados para enfrentar los imponderables que la vida nos ofrece… y también es un trabajo, es una profesión por la se cobra. No es una limosna, ni mucho menos un acto de bondad, es un oficio que no se puede regalar porque perdería el valor que aporta el costear nuestro propio proceso de crecimiento. Entre otras cosas, eso diferencia al psicoterapeuta de los padres, existe un convenio profesional en donde los límites propios del contexto, nos ofrecen un entorno propicio para hacernos responsables de los pasos que vamos dando. El psicoterapeuta observa, muestra y señala, pero es el paciente quien descubre, decide y hace.

Y como vivir es un arte y un misterio, tu vida es una pieza única que merece ser labrada con atención, con paciencia, con amor y con capacidad de asombro. Tu vida no es cualquier cosa, tu vida no es algo roto que hay que remediar con prisa a través de «tips» producidos en serie. Así que la próxima vez que quieras un «tip» o una «herramienta» para vivir, acude a terapia y descubre tu propio camino. Ese es el único consejo que me atrevo a darle a quien considero un artista de su propia vida.

Victoria Robert

 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.