SÍGUEME

Cuando queremos llegar a algún lugar desconocido, necesitamos guiarnos por medio de mapas, direcciones o referencias. Y si los lugares que visitamos son habituales, lo hacemos desde rutinas aprendidas. La orientación para llegar al destino que queremos se sostiene en el aprendizaje propio o el que otros nos legan, y cuando nos toca vivir nuevas experiencias, pocas veces nos dejamos llevar por la intuición, preferimos la guía ensayada, el mapa confirmado, la creencia certificada.
Así como los mapas no muestran «la realidad», los valores heredados, tampoco son «la verdad». Ambos son «representaciones» de un territorio por el que transitamos, con la equivocada «certeza» de que su perspectiva es la única o es la mejor. Sin embargo, así como los matorrales, árboles y la erosión por lluvia no se actualizan en los planos con la rapidez que nos gustaría, tampoco ocurre con las convicciones que permitimos, orienten nuestras vidas. Hay depresiones inadvertidas en las que podríamos caer si nos dejamos encaminar únicamente por la cartografía existencial que nos confiaron nuestros antecesores.
Estos «mapas de vida», muchas veces son expuestos como verdades comprobadas que no admiten discusión. Valores inculcados en familia, se muestran como garantía de éxito y, no seguirlos, podría ponernos en riesgo de fracaso y decepción. Creemos que sus rutas son seguras, pero en realidad son dibujos que, si bien orientan nuestros pasos, no son necesariamente croquis infalibles.

¿Quiere probar? Hagamos un experimento:
Asumo que usted confía en mis palabras porque sigue leyendo. Probablemente está apostando a que yo le diga a dónde iremos. Muy bien. Tiene razón. Le indicaré el camino.

Le voy a pedir entonces que imagine a este papel virtual como un espacio en donde usted y yo, podremos construir, dirigir y corregir los próximos pasos de su vida. Usted está en el centro, por supuesto. La idea es que sea protagonista de su historia. Vamos entonces a colocar a su derecha a su familia, a su izquierda a su pareja, arriba estará su trabajo y abajo sus hijos. En las esquinas puede poner a los amigos, conocidos y mascotas.

¿No le convence? Tranquilo, espere. Apenas empezamos.

Sé que usted necesita divertirse, descansar, desarrollar su creatividad y también ejercitarse. Pero eso puede esperar porque lo más importante es diseñar las bases de un destino sólido. Así que olvidemos por el momento todo lo que tenga que ver con su tiempo libre, porque sería tiempo perdido y vamos a organizar su vida para recuperarla. La idea es que sea productivo. Trabajar sin descanso es lo que le aportará más beneficios. Olvídese de los amigos que solo servirán para descarriarlo. Como la familia lo único que hace es pedir, exigir y gastar, la visitará poco, solo para cumplir. Los estudios no son necesarios porque usted ya aprendió. Los hijos a obedecer, la mujer a complacer, el marido a producir y los perros al jardín. Todo en orden.

¿Le gusta? Puede ser que este mapa que le he mostrado sea el suyo. También es muy posible que no, pero por más que le disguste, ya está escrito y usted aceptó jugar este juego. Acéptelo y viva su vida tal y como le estoy indicando.

…Cuando se recupere, sepa que más o menos así se construye un «mapa».

Nacemos, y en la medida en que crecemos, vamos probándolos, y muchas veces tragándolos enteros. Puede que no nos gusten, pero los seguimos porque no se nos ha ocurrido que los podemos romper, desarmar y rearmar para construir uno propio. Así que lo invito a hacer con este que le acabo de imponer, lo que le dé la gana.

Pruebe, empiece con éste y verá que sí se puede.

Victoria Robert

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.